
El principal problema de esta edición de una de las joyas de los años 40 no es su definición, magnífica en exteriores y algo deficiente en interior, sino el espantoso audio en castellano, no sólo por su mala calidad sino porque destruye por completo la magnífica partitura original. Además, la traducción de los subtítulos no corresponde con el texto en inglés sino que son una burda copia del doblaje. Por fortuna, el audio original conserva el lossless DTS-HD Master Audio Mono de la versión USA.