Ciudad de Dios será editada en España en Blu-ray

Vertigo Films ha confirmado a mubis el lanzamiento de Ciudad de Dios en Blu-ray en España, la magistral película del director brasileño Fernando Meirelles. Será el próximo 30 de enero de 2013 cuando se ponga a la venta en nuestro país este retrato de la lucha de bandas en una de las grandes favelas de Río de Janeiro.

Ciudad de Dios (Cidade de Deus) fue nominada a los Oscar al mejor director, guión, montaje y fotografía; todo un hito para una película que no sea estadounidense. Su música, ritmo, acompañamiento de la música y excepcional montaje, consiguen transmitir la crudeza de las favelas brasileñas en la que hasta los niños han de luchar y empuñar armas para sobrevivir.

carátula provisional

Apuntes del director Fernando Meirelles sobre el rodaje

La película muestra el inicio del dominio de los narcotraficantes en las favelas, a principios de los años 70. Ocurrió un proceso parecido en casi todas las favelas de Río de Janeiro. Actualmente cada barrio tiene un “dueño” que impone su ley.

La primera vez que visité Cidade de Deus, dejé el coche en una calle transitada y fui a pie, acompañado por un chico que trabajaba para los narcotraficantes. Sólo habíamos caminado unos 30 metros cuando de repente un niño me apuntó en la espalda con una enorme pistola. De no haber sido por la intervención de mi acompañante, me habría disparado. En 5 segundos se esfumó el chico de la pistola. Con el corazón en un puño, me di cuenta de que Paulo Lins no había exagerado nada.

Para los de fuera, las favelas son como un país extranjero. El Estado es invisible, las leyes normales no se aplican y la policía es la única amenaza, además de fuente de conflictos y desordenes. Los “dueños” hacen de jueces y toman las decisiones sobre temas familiares o personales, además de decidir sobre cuestiones de administración pública. Fuimos testigos de una llamada de teléfono del alcalde de Cidade de Deus a las oficinas centrales del capo de los narcotraficantes, en la que pedía permiso para remplazar las bombillas en cierto barrio y preguntaba cuándo podría enviar sus camiones. Fueron los narcotraficantes quienes decidieron dejarnos filmar, no el ayuntamiento. Para rodar dentro de una favela necesitas a alguien que pueda contactar con el “dueño” y que conozca el protocolo apropiado. Nos informaron de que el guión de CIUDAD DE DIOS había sido enviado a Bangu, una cárcel de máxima seguridad, donde fue aprobado a condición de que no copiásemos a las películas americanas y que mostrásemos la realidad tal como es.

Nuestra primera idea fue rodar en Cidade de Deus. Sin embargo, hacía unos seis meses habíamos rodado allí un cortometraje y sabíamos que sería imposible quedarnos mucho tiempo. Durante la semana en la que rodamos el corto no tuvimos más que problemas. El primer día decidieron que no podríamos hacer la película porque el “dueño” opinaba que el guión era demasiado violento. A través de otra persona nos dijo que las películas no deberían retratar a los narcotraficantes porque es un mal ejemplo para los jóvenes. Improvisamos con las localizaciones e intentamos resolver los problemas diarios. El interminable ruido de disparos, la total incompetencia de los policías asignados a protegernos y los omnipresentes narcotraficantes, fuertemente armados, nos convencieron a todos de la imposibilidad de rodar en Cidade de Deus.

Rodamos la primera parte en Nova Sepetiba, una zona de viviendas sociales sin terminar, que se parece a Cidade de Deus en los años 60. Los narcotraficantes aún no habían tomado el control del barrio y no lo harían hasta que no fuese terminado. En la segunda parte de la película optamos por otro proyecto de viviendas construidas al mismo tiempo que Cidade de Deus pero en el otro lado de la ciudad. Aquí la gran ventaja era que el “dueño” ya tenía 40 años y consecuentemente era más estable que los chicos de 19 años que controlaban otras zonas. Pidió ver el guión e impuso ciertas condiciones: contratar a miembros de la comunidad local y crear todos los empleos posibles, identificar claramente nuestros coches e indicar la hora de entrada y salida. Además, fijó un precio por el alquiler de localizaciones y extras. Llevamos a cabo las negociaciones a través de varios intermediarios visto que en ese momento el caballero en cuestión ocupaba una celda en la cárcel de Bangu. Una vez arreglado todo, no surgieron más problemas. Nos recibieron con brazos abiertos e hicieron todo lo posible para facilitarnos el trabajo: quitaron todos los coches modernos de la calle, nos alquilaron garajes, nos permitieron entrar en sus casas para rodar desde la ventana etc. Nadie se quejó del ruido y nunca nos faltaron extras. Nunca tuvimos que firmar nada. No hacía falta.