Alfonso LG

Tokyo76, la verdad es que dudé hasta el último momento si subir una foto así. Siempre aparece alguien interpretándolo todo mal en plan mimimimimi, y me da un coraje… Pero a la gente maja hay que darle el gusto que no cuesta nada jaja

Alfonso, copón, cómo sois los casados jaja
¿Ya te ha sacudido tu señora por fijarte en “la rubia”? Ays
Te imagino en plan Stifler ordeñando vacas jaja (referencia que tal vez no se entienda pero bah)

James, mientras no te falle la memoria todo irá bien
https://www.instagram.com/reel/DHwGDJ_NV48/?igsh=MWhoa24wYjRyNjR6dw==

Heraldo de Skynet, ¿verdad que ser humano no es tan malo? Recapacita :)

Qué cosa más bonita y las películas también lo son jeje. Grandes ediciones metálicas Alfonso LG ;-).

Alfonso LG como me pones a la Sweeney a estas horas que quieres que me dé un parraque eres mala gente jajajaja.

Ahhh
Y poner en la misma foto a.
Harry
Uno de los nuestros
Cadena perpetua
Y te dejo pasar la de starman
Con las otras dos que me niego a escribir los títulos tiene delito, delito de carcel

Tioooo
Tocayooo
Llegamos al número mágico y me pones una historia tiernecita, yo pensaba que la chica al final hacia el 69 con el steel, que bajon me ha dejado la historia, jejejeje
De los steels ni los veo, mis ojos se van a la rubia, bueno, a una zona del cuerpo de la rubia ( joer que salido estoy coño).

Lo de El hombre lobo es porque la peli es moderna no por la calidad de la misma,que no la he visto todavía pero,vamos,que me gusta mucho la del doctor Moureau...La clásica y la moderna de Brando...

¡Que detalle,Alfonso LG!Has echo justicia a tan magno acontecimiento...Esos clásicos modernos metalizados no merecen menos.Bueno,salvo el hombre lobo....Me falta por llegar el de Starman.Espero que no pase nada raro que, para mi es una peli mítica. Deseando estoy a ver que preparas para la 71...¡ja,ja,ja!

Aaa ok

Sí, bien llevada esa comparación respecto al monstruo. A mí también me gustó esa película.

Respecto a la película de El hombre lobo, si habéis visto esa ida de perola que se llama La isla del dr Moureau con Brando y Kilmer, ya habéis visto ésta.

Ah, y a mi me gustó y me sigue gustando La isla del Dr Moureau.

Sobre Hombre lobo te diré mi opinión sincera. Empieza genial pero acaba siendo la mayor decepción que he tenido viendo una película de hombres lobo. El comienzo, usando el sonido sobre todo, te da a entender que estamos ante un bicharraco de esos que cuando se dejan ver te quedas sobrecogido. Una mierda para mí. Tendré que volver a verla, una vez aceptado el disgusto, para ver si mejora.
Sobre Sydney, fue una idea que Tokyo76 metió en mi cabeza sutilmente jaja
Y Starman, también me encanta, de ahí que le dedique la historia a ella ;)

Dónde está mirando realmente nuestro querido Jeff Bridges???
Starman Nunca me canso de decir la delicia de película que es. Me encanta.
Qué tal es Wolfman? Tengo pendiente su compra pero no la ponen muy allá.
Y la foto, quieres que la buena de Sydney sea la próxima Barbie?
Buenas compras LG

Mesura, CinExin_1977 :)

Tenemos que enfocar y buscar nuestro equilibrio como en Karate Kid???
Lo veo imposible XD.

No lo entiendes porque no viste un post anterior mío donde se habló de ello para este post. De nada.

Lo de la chica no lo entiendo la verdad

¿Qué steels, CinExin_1977? No sé de qué me hablas

Joe DJ ROD, por un momento pensé que hablabas de nuestras colecciones jaja

¡¡Anda!!

No sabía que Sidney era coleccionista.

Pues nada alguno de vosotros, entre ellos tú, AlfonsoLG, se la podéis enseñar ya que por todo lo que ponéis y comentáis por aquí, la tenéis grande o muy grande.

Yo no puedo, la tengo muy pequeña comparada con vosotros y prefiero pelearme por una edición ultra difícil de conseguir que por una mujer, aunque se trate de Sidney.

Me gusta la colección metálica que muestras y si la ha tocado Sidney con sus atributos delanteros pues ya ni te cuento.

Y los steel donde están? XD.
Madre mía... no sé que decir, no puedo pensar, se me ha nublado la vida misma :)

En su pequeño apartamento del centro, donde la luz del atardecer se colaba por las persianas como hilos de cobre fundido, ella tenía su santuario: una estantería negra, de líneas sobrias, donde descansaban más de cien steelbooks. Cada uno brillaba con una intensidad distinta, según la hora del día, según la forma en que ella los acariciaba con la yema de los dedos.
Coleccionaba steelbooks como otros coleccionaban besos: con cuidado, con memoria, con un sentido íntimo de lo que merecía ser guardado para siempre. Amaba el tacto frío del metal, el sonido sordo y satisfactorio del cierre, la vibración apenas perceptible que recorría su cuerpo al descubrir una carátula nueva, una edición limitada, una joya que nadie más poseía en ese estado perfecto.
Había uno en especial. Un steelbook rojo oscuro, satinado, con dos personajes y el título grabado en letras suaves que apenas se distinguían al primer vistazo. No era el más raro, ni el más caro. Pero era el que ella miraba cada noche antes de acostarse, como si de su portada pudiera extraer un secreto. Lo sacaba de la estantería con una delicadeza casi ritual, lo sostenía entre sus manos, y dejaba que el metal absorbiera el calor de su piel. Starman… oh, Starman, susurraba.
Cuando lo abría, lo hacía despacio, como quien desviste a alguien por primera vez. En su interior no había solo una película: había un recuerdo. Una noche de lluvia. Un sofá compartido. Una mano ajena rozando la suya justo en el momento en que la pantalla se fundía a negro. Un silencio denso, con olor a palomitas y electricidad estática. Un beso que no llegó a suceder, pero que de alguna forma se quedó allí, atrapado en el metal brillante.
Nunca hablaba de su colección, solo visitaba mubis para descubrir las colecciones de otros. Pero a veces, cuando recibía visitas, les dejaba pasear la mirada por las filas de carátulas metálicas, sin decir una palabra. Esperaba. Observaba. Sabía que quien se detenía más de tres segundos ante el rojo satinado, tal vez estaba preparado para entender.
Y entonces, a veces, le permitía abrirlo.
No para ver la película. Sino para compartir el gesto. Para invocar juntos, en silencio, todo aquello que no necesita ser dicho.