Noviembre

Empujado por un espíritu que todavía conserva su barniz de idealismo, el joven Alfredo llega a Madrid decidido a crear una forma de arte más libre, hecho con el corazón, y capaz de lograr que con sus espectáculos la gente se sienta viva. Su concepto del teatro va más allá del escenario tradicional, se traslada a las calles, cara a cara con el público y con la voluntad de que éste se implique, ideando para ello todo tipo de creaciones que llegan a la provocación directa. En una plaza cualquiera, en un parque o en la avenida más comercial de la ciudad, Alfredo y su grupo Noviembre comienzan la función que da vida a un sin fin de personajes: Demonios que incitan a los transeúntes, simulados actos terroristas... Acciones de denuncia social llevadas al extremo, sin límites ni censuras, que llegan a poner en alerta a las fuerzas del orden público. Pero Alfredo y su grupo también tienen una actuación muy especial para la que necesitan un teatro muy especial: El Teatro Real.