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La caza. ★★★★★★★★

La caza. ★★★★★★★★

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Anubis
Anubis hace más de 9 años ...

La caza. Descenso a los infiernos. 

“Mírame a los ojos. ¿Qué ves?” 

El pasado mes de julio una noticia ocupó los diarios británicos; Bijan Ebrahimi de 44 años, había sido brutalmente asesinado y su cuerpo quemado. Un acto atroz que tenía una escalofriante historia detrás. Estando harto de que unos niños destrozasen su jardín, Bijan tomo fotos de los pequeños para usarlas como prueba. Un gran error, pues un padre le vio y denunció a la policía acusándole de pedofilia. Los agentes investigaron a fondo el caso y resultó que no guardaba ningún documento ni tenía comportamientos que lo asociaran con ese hecho repugnante. Tristemente, la llama había sido encendida y tras quedar libre de todo cargo, y a pesar de ser inocente, días más tarde, Lee James -padre de tres niñas- terminó con su vida en un ajusticiamiento cruel. 

La esencia de esa historia tan dura como real, es lo que se puede ver en “La caza", último trabajo de Thomas Vinterberg; director convertido en uno de los impulsores del cine danés en el panorama internacional junto a Susanne Bier, Nicolas Winding Refn o el siempre polémico Lars von Trier. Tras pasar de manera triunfal por un montón de festivales el pasado año, ahora su película ha sido preseleccionada para competir en los próximos Oscar. Y tiene muchas papeletas para llevarse el galardón a mejor película extranjera pues estamos ante una obra capital del reciente cine europeo. Su argumento nos relata el descenso a los infiernos de un hombre normal, que tras una falsa acusación, verá como su vida se viene abajo. 

“Lucas es un profesor de guardería querido por todos. Tiene amigos con los que caza, las madres confían en él y los niños se lo pasan genial a su lado. Un día, su vida dará un giro de 360º cuando la hija pequeña de su mejor amigo invente una acusación terrible; un abuso sexual hacía ella. A partir de ahí, tendrá que luchar para demostrar su inocencia mientras los habitantes del pueblo que antes tanto le querían, harán de su vida un tormento difícil de escapar”. 

En su genial obra “Celebracion” (1998), el cineasta danés ya tocó el tema de abuso sexuales a menores, pero en esa ocasión las víctimas infantiles eran reales; ahora como antítesis, el perseguido es un adulto inocente donde el delito sexual no existe. Los documentos de un psicólogo infantil sirvieron como inspiración a Thomas Vinterberg y su co-guionista -Tobias Lindholm- para lanzar un puñetazo al espectador y tambalear su mente. Sabiendo el tema delicado que trataban, los hechos se presentan de forma pausada y real a lo largo del metraje, sin imágenes polémicas o florituras. Un asunto peliagudo que sigue todos los patrones -a veces fallidos- que se llevan acabo ante estas situaciones y que deja muchas preguntas que el espectador se planteará después de su visionado; ¿es bueno el método?, ¿hasta que punto las personas no tienen juicio propio y se dejan llevar por lo que digan los medios o la mayoría?, ¿puede una falsa acusación definir a una persona ante los demás?, ¿hay sobreprotección infantil? Sus creadores lanzan el guante y le toca al público recoger la pelota. 

Un monstruo de la interpretación ayuda a que el espectador se involucre del todo. La labor de Mads Mikkelsen (Lucas) como hombre perseguido es encomiable y digna de toda alabanza. Está en un estado de forma artístico tremendo y en su mirada -potente escena de la iglesia- vemos reflejado todo el calvario por el que tiene que pasar. Una de las mejores interpretaciones del año. La pequeña Annika Wedderkopp (Klara) consigue con su ternura e inocencia, trasmitir la vulnerabilidad e imaginación de los niños a esas edades -sus padres estuvieron en todo momento en el set de rodaje-. Y mención especial merece Thomas Bo Larsen (Theo), que encarna a la perfección las sensaciones de un hombre que se encuentra entre la espada y la pared -¿cómo creer en la inocencia de tu mejor amigo cuando tu hija pequeña está involucrada?-. 

Su director busca que el espectador se implique hasta las últimas consecuencias. Porque “La caza” fácilmente podría haber sido un thriller de sobremesa donde hasta su final no sabríamos cuál es la verdad, pero esa no es la intención. Quiere que sepamos desde el principio la inocencia de su protagonista, y que padezcamos y sintamos en nuestra propia piel los hechos que le ocurren. El creador -junto a Lars von Trier- del movimiento Dogma, abusa de la cámara en mano para dotar de realismo a las escenas y acercarnos más a Lucas en su día a día. Rodada en escenarios reales, la lente no se despega de su protagonista, y sigue su penitencia como una sombra, donde los planos se cierran casi siempre para reforzar los sentimientos que se vislumbran en los rostros de opresores y oprimido. La música apenas entra en escena pero cuando lo hace, las composiciones a guitarra creadas por Nikolag Egelund son armoniosas y acompañan los fríos ambientes de Dinamarca con acordes que traspasan el corazón. 

Son muchas las lecturas que se pueden sacar de la película y el espectador debatirá durante horas sobre su mensaje. Es un estudio sobre el comportamiento infantil a edades tempranas y la conducta social que precede ante una acusación así, creando un virus que se introduce en la personas difícil de curar. Y lo mejor llega en su conclusión, donde cuando creemos que estamos ante un final de libro, su cineasta nos viene a recordar -en unos últimos planos magníficos- que hay cosas que jamás se olvidan y que el virus sigue presente, latente en los corazones de aquellos que aún no confían y que jamás lo harán. 

Thomas Vinterberg ha conseguido -para un servidor- su mejor película hasta la fecha. Una cinta que no se borra de la cabeza en mucho tiempo. El hombre inocente sufre y el espectador asiente abatido ante una situación que podría pasarnos a cualquiera. Terrorífico.


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